18 febrero, 2009

Dando fin a lo empezado

Muchos dones excepcionales recibió del Señor el Padre Pío pero hay que subrayar otros rasgos muy importantes de su vida ordinaria: es el seguidor humilde, obediente, caritativo y alegre de Francisco y Clara de Asís; es el sacerdote santo , el enamorado de Cristo, el devoto de la Virgen que lleva siempre en sus manos o enrollado en su brazo el santo rosario y lo recita muchas veces al día; es el hermano que vive para sus hermanos, amigo de los pobres, de los enfermos y de los alejados de Dios…

Pablo VI el 20 de febrero de 1971 hablando a los Padres Capuchinos les dijo: “Se realizarán en vosotros el milagro que se realizó en el Padre Pío.
¡Mirad que fama obtuvo¡ ¡Qué clientela mundial reunió junto así” y siguió
diciendo: “¿Pero por qué? ¿Tal vez por qué era un filósofo? ¿Por qué era un sabio? ¿Por qué tenía medios a su disposición?” y añadió: “Celebraba la Misa humildemente, confesaba de la mañana a la noche y era, aun si difícil de admitir ; el verdadero representante de los estigmas del Señor. Era hombre de oración y de sufrimiento.”

Y para terminar algunas palabras del Padre Pío:

“Son ya diecinueve horas las que llevo sujeto al trabajo. Un esfuerzo superior a mis fuerzas al que estoy haciendo frete como puedo, sin un momento siquiera de descanso”

Se sentía “devorado por el amor a Dios y el amor al prójimo” que le impulsaba a “liberar a mis hermanos de los lazos de Satanás”

El Padre Pío el 22 de octubre de 1918, en carta a su Director espiritual y por mandato de éste, cuenta así el hecho de su estigmatización:

“¿Qué decirle con respecto a lo que mew pregunta sobre cómo ha ocurrido mi crucifixión? ¡Dios mío, que confusión y humillación experimento al tener que manifestar lo que Tu has obrado en esta mezquina criatura¡…”

Sobre el Padre Pío, habrá que poner, como en todo, punto final.
El año que murió el Padre Pío, nació mi hijo Juan… “Los siembras año por año y renuevas la faz de la tierra…”.
Al que siempre soñé con ver sacerdote. No ha sido así. Hace poco cuando le vi cambiar sobre la mesa los pañales de su hijo con cariño y con destreza, como si oficiara algo solemne me pareció ver al mismo hombre frente a otra mesa, la mesa del altar