Mamá Pilar
La víspera de Nochebuena, hace muchos, muchísimos años, años nació para el cielo, lugar para el que según decía había criado a sus doce hijos, mi abuela paterna, Mamá Pilar. Algo he contado de ella. Esta noche, Noche de Reyes es noche de recuerdos, en este caso, la tela que mi abuela regaló a mi madre para que nos hiciera un vestido a mi hermana y a mí. Regalo insólito, porque mamá Pilar nunca regalaba nada. Había regalado mucha vida alrededor, y mantenido, no sin quebranto, sin tener que vender nada del patrimonio. A decir verdad, cuando la tía Lolita, una de sus hijas vino a Valencia para vivir una larga temporada con nosotros, nos regaló, a modo de compensación económica, una bonita imagen de la Inmaculada, de buen tamaño, que estuvo siempre en la estantería del cuarto de estar y a la que siempre se podía mirar buscando protección y ayuda, cuando era necesario.
Pero volvamos a la tela azul salpicadas de capullitos de rosa con la que nos hicieron unos vestidos de manga de farol, falda fruncida y en la parte de arriba volante circular con pasacintas enmarcando el cuello vuelto. En aquellos tiempos los vestidos se hacían a medida, como la educación. Ni la televisión ni el capitalismo habían inventado una moda en serie. No se sentía la frustración de no caber en la talla, que había decidido un arbitrario fabricante, con somero conocimiento de la fisiología.
Estrenar un vestido tenía su parafernalia. Antes, se salía una tarde para comprar la tela, y otra para ir a la modista para que nos tomara las medidas y elegir modelo. La compra de la tela suponía recorrer muchas tiendas en las que el dependiente desdoblaba incansablemente sobre el mostrador pieza tras pieza: popelines, batistas, lino, organdí… Pero pese a su pericia de vendedor solícito, tenía grandes probabilidades de que la clienta saliese de la tienda con la cabeza alta sin comprar nada. “Ya volveré otro día”. Y Sanseacabó. El día adecuado para ir de compras era el jueves porque daban globos, que se subían al cielo en cuanto te descuidases.
Otra tarde se iba a la modista. Allí se elegía modelo mirando el figurín, revista de dibujos o fotos de vestidos, según la categoría de la modista. Las modistas de postín, tenían además gasillas. Aprovechando que el hombre y la mujer tienen simetría axial, te probabas la mitad del modelo confeccionado en gasilla, para darte una idea. Para conocer esto de las gasillas tendrían que pasar unos cuantos años y preparar mi equipo de novia, .en el que hay que reconocer que mi madre estuvo a la altura.
Ya está mamá Pilar con sus hijos en ewl cielo como quería, pese a los quebrantos que más de uno le proporcionó en la vida.
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