21 diciembre, 2008

Trasplante

El viernes 19 a las nueve y media de la noche entraba Nacho ( mi yerno) en quirófano para un trasplante de sus dos pulmones. Gracias a Dios la cosa fue rápida, pues la llamada de teléfono desde el Hospital Clínico de “La Fe” para que se presentara porque había habido un donante, fue alrededor de las 7 de la tarde. Quiero contar que en estas ocasiones tremendas, la ayuda de Dios se nota y se ve su mano. Es lo que me mueve a escribir del tema.

El miércoles 17, Marta (hermana de la mujer de Nacho) tenía en el colegio de Nuestra Señora de Loreto la fiesta anterior a Navidad.
Las monjas habían colocado un árbol de Navidad con estrellas y propusieron que cada profesor escribiera en su estrella una petición: Marta escribió: “los pulmones de Nacho”.

El viernes 19, Marta fue a confesarse a la Iglesia de San Juan del Hospital, después se acercó a la estatua de San Josemaría, de gran tamaño, la besó y le pidió : “los pulmones de Nacho”. Al poco llamaron a Nacho para el trasplante…

Tengo que decir una cosa más: Mi vecina a quien se suicidó, por depresión un hijo de 23 años, llamado también Nacho, se ha pasado la vida diciéndome: pídele a mi hijo Nacho la salud de tu yerno. Ella era partidaria del trasplante, a mi la verdad es que me daba pánico. Prefería que fuera trampeando con la enfermedad, pero cada vez iba peor. La mañana del 19 mientras barría la cocina pensé: “voy a ser humilde y pedírselo a Nacho, y dije: “Nacho Pérez ayuda a Nacho”. No acabaría el día sin que se viera el resultado de esas oraciones.

Esta mañana he ido a vera Nacho. Es imposible decir lo que impresiona la majestad de un enfermo cuando es joven y está en gracia de Dios. No respira por si mismo, pero esperamos que lo haga. Mucha gente está rezando por él. La deuda de gratitud por mi contraída es grande. Rezar unos por otros es la mejor manera de querernos. Y no estamos aquí para otra cosa. Gracias

1 Comentarios:

At 26 diciembre, 2008 00:14, Anonymous Anónimo escribió...

Me llamo Juan y soy el compañero de pupitre del colegio El Vedat. Vivo en Zaragoza y están siendo unas navidades muy especiales. El mejor amigo de mi adolescencia nos necesita. Empiezo a entender el por qué lo he considerado siempre mi mejor amigo. Me está ayudando mucho, sin él saberlo, a mirar la vida con otros ojos y a respirar con el aire límpio de sus pulmones.

 

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