29 diciembre, 2008

Ayer: 28 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia

Nacho, mi yerno, va gracias a Dios, y a tanta oración que Él nos da ( todo es suyo) para adelante. Respira por si mismo y ya toma caldos y leche, tiene los linfocitos muy altos y aguanta pacientemente en la uci desde el dia 20… . Quizá hoy lo suban a planta y sería estupendo porque está muy cansado. Nacho está consiguiendo mucho bien para sí mismo, para su familia y para más gente, porque desde que vino Cristo al mundo, el sufrimiento, cuando no puede evitarse, aceptado y ofrecido, redime.

Tengo que seguir rezando y mucho: otra nube se cierne sobre nuestra familia. María Auxiliadora, la disipará.

Muy bueno el capítulo de “Hablar con Dios” del 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes. No se que extractar porque todo me gusta, pero ahí va algo:

“ …El dolor es un misterio y, sin embargo el cristiano con fe sabe descubrir en la oscuridad del sufrimiento, propio o ajeno, la mano amorosa y providente de su Padre Dios que sabe más y ve más lejos, y entiende de alguna manera las palabras de San Pablo a los primeros cristianos de Roma: “para los que aman a Dios, todas las cosas son para bien” (Rom. 8,28)”

“…El dolor se presenta de muchas formas, y en ninguna de ellas es espontáneamente querida por nadie. Sin embargo, Jesús proclama
“bienaventurados” (dichosos, felices, afortunados) a los que lloran, es decir, a quienes en esta vida llevan algo más de cruz: enfermedad, incapacidad, dolor físico, pobreza, difamación, injusticia…porque la fe cambia el signo del dolor…”

El día de los Santos Inocentes murió hace bastantes años la tía Amparo, virgen de 83 años, que “gracias a Dios”, según decía, “no había conocido varón”. Vivió toda su vida a la sombra de su hermana Elisa, también soltera, y a la sombra de la Basílica de la Virgen de los Desamparados. en el piso de arriba del Palacio de Colomina, haciendo kilómetros y kilómetros de encaje de bolillos. Cuando la conocí, yo tenía veinte años y ella era una ancianita. Yo entonces iba sin mangas ( única licencia en mi vestuario). Lógicamente mi manera de vivir no era la suya, y yo entendía su crítica cuando me decía sonriendo : “ Rosita, ¡que notable eres¡”.
Cuando murió, porque se cayó de la cama la noche anterior, el día de los Santos Inocentes, pensé que Dios tiene sentido del humor. ,