02 agosto, 2008

Aquí de nuevo

Mucho tiempo sin escribir, pero la vida sigue. Esta ausencia de escritura, me ha venido bien: la convicción palpable de que el mundo sigue girando igual sin que yo añada una letra a él. Pero, sabido esto: a escribir. A sacudir la modorra y a ponerse e comunicación, al menos por mi parte, con el mundo mundial.

Han pasada muchas cosas. El 23 de julio nació Nachito, el tercer hijo de mi hija Fe, después de una dura cesárea, la tercera. La he visto sufrir mucho. En pleno siglo XXI, siguen siendo verdad las palabras que, dirigidas a Eva, el Génesis pone en boca de Dios: “Y tu mujer darás a luz a tus hijos con dolor”. Así es. A veces, con mucho dolor. “Tus hijos serán santos – le dije - porque te cuestan mucho”.

Se ha roto la cadera mi amiga Patro, ochenta y cinco años (alguna cosa he contado de ella). Cuando lo supe me reboté un poco. Patro es una mujer muy religiosa, que tiene muy gravado en el alma la muerte de su madre que cuenta muchas veces, siempre con el mismo tono:“ Mi madre nunca quiso morfina, le decía al Señor: “ Señor, no me quites los dolores, pero dame fuerza para soportarlos, los ofrezco por la conversión de los pecadores”. Ahora es a Patro a quien le duele todo. Da gracias a Dios por lo bien que la cuidan en el Hospital, por haber tenido plaza en “Las Ángelicas”… Digo que al enterarme me rebote un poco porque Patro, viuda sin hijos, la única que ha sobrevivido a sus seis hermanos, que toma al día catorce pastillas y que ve muy mal ¿ no había demostrado ya ampliamente sin rotura de cadera su paciencia y conformidad con la voluntad de Dios?. Alguien, con mas sentido sobrenatural que yo me dijo: “La rotura de cadera de Patro es providencial”. Recordé que el Papa entonces estaba en Sidney. A todo hombre, en la batalla de la vida, se le da la oportunidad de estar en la primera línea de fuego.