De la inquietud
Habla San Francisco de Sales, que yo no me atrevería a meterme en semejante berenjenal.
“La inquietud no es una simple tentación, sino un origen, del cual y por el cual proceden muchas tentaciones. Diré pues algo a cerca de esto. La tristeza no es otra cosa sino el dolor de espíritu que tenemos del mal que está en nosotros contra nuestro gusto, ya sea el mal exterior, como pobreza, enfermedad o menosprecio; ya sea interior como ignorancia, sequedad, repugnancia o tentación. Cuando el alma conoce que tiene algún mal, siéntelo; de aquí nace la tristeza y el deseo de librarse del mal y procurando los medios para defenderse de él . Y hasta aquí tiene razón”
“Si el alma busca los medios para librarse de su mal por el amor de Dios, buscarálos entonces con paciencia, mansedumbre, humildad y tranquilidad, esperando su libertad, más de la bondad y providencia de Dios, que de su pena, industria o diligencia. Si busca su libertad por el amor propio, se acongojará y fatigará en buscar los medios, como si este bien dependise mas de ella que de Dios.
Si no halla luego lo que desea, cae en gran inquietud e impaciencia; lo cual no quitándole el mal precedente, antes aumentándole por el contrario entra el alma en una congoja y tristeza increíble, con un fallecimiento del ánimo y fuerzas, que le parece ya su mal no tener más remedio.” (“Introducción a la vida devota”)
Y continúa disertando el santo sobre este tema y otros de interés, en los que no faltan amenas y curiosas explicaciones, que bien vendrán a quien lo leyere, si uno está por la labor.
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