30 septiembre, 2007

Agridulce

Ayer era San Vicente de Paúl, se jubilaba un médico, amigo de muchos años y presentaba su “Antropología del Budismo”, en el salón de actos de San Pío V,( Museo de Bellas Artes) mi hijo Juan.

San Vicente de Paúl me recordó a mi madre, a cuyas “Conferencias” iba todos lo miércoles, cosa que jamás me tomé en serio. Aunque luego supe que a ellas en Madrid iba D. Álvaro del Portillo, junto con otros universitarios de su edad. Más tarde conocí algo al santo a través de la vida de María Luisa de Marillac, dama de la aristocracia francesa, creo que en tiempos de la revolución o próximos a ella, que fundó junto con Vicente de Paúl, las “Hijas de la Caridad”, en uno de cuyos colegios, el de “La enseñanza” de Zaragoza, me enseñó a leer la madre Plana en el “tilín- tilán”. Mi madre es la madrina de bautismo de Juan y digo es, aunque ha muerto hace años. porque “Dios no es un Dios de muertos sino de vivos, porque para Él todos viven”.

Ver a Juan desde la segunda fila del patio de butacas, admirativa y cariñosamente presentado por un prestigioso intelectual y oírlo después disertar sabiamente, como tantas veces he oído a su padre, y además en Valencia, después de estar ocho años en Michigan, y antes viviendo en la India y México, es algo estupendo. El lugar: San Pío V, también tenía su sal: mi abuelo Matías era el Director del Hospital Militar de Valencia, cuando éste estuvo ubicado allí. Que la disertación fuera sobre budismo, ya es otro cantar. Aunque seguro que es para bien, aunque ahora solo vea “el revés de la trama”.