26 septiembre, 2007

Cuando se acaba un buen libro...

Al terminar un buen libro se puede sentir un cierto desamparo, como cuando nos despiertan en medio de un sueño bonito. Lástima, pensamos y ¿a hora qué? Nos han quitado nuestra almohadita. Juan a sus tres años cuando está cansado coge la almohada de su cuna y le dice a su madre: “almohadita, almohadita”. Pues eso. ¿A dónde me ubico yo ahora que esté tan a gusto como estaba?. El libro terminado es “El hombre eterno” de Gilbert K. Chesterton. Este hombre no falla nunca para quien es una mezcla de poeta, filósofo y hombre de bien. He atiborrado sus márgenes con las líneas larga y la corta que limitan una cita. Y a veces la corta, coincide con una larga que conviene abrir. Traigo una al azar, como cuando va a un campo de naranjas, que aunque querría cargar un camión, tiene que conformarse con una bolsa.


“En su continuo peregrinar, Cristo compartió la vida errante de los pobres sin hogar y sin esperanza. Y no vendría mal recordar que en las circunstancias actuales, la policía le habría obligado ciertamente a marcharse y quizá le hubiese arrestado por carecer de medios visibles de subsistencia. Y es que nuestra ley tiene un toque de humor o de imaginación con el que Nerón o Herodes nunca se vieron agraciados: el de castigar a la gente sin hogar por no dormir en su casa.” ( “El hombre eterno”,Ediciones Cristiandad, pág267)o”