11 septiembre, 2007

De SAn FRancisco de Sales

Con disfrute y me gustaría que también con aprovechamiento, leo en mi primer cuarto de hora mañanero, después del desayuno – cada cosa a su tiempo – “La introducción a la vida devota” de San Francisco de Sales. Una delicia. Y un traductor de excepción: Don Francisco de Quevedo y Villegas. En él, San Francisco de Sales instruye a Filotea, con acierto y amenidad, sobre multitud de temas. Valga éste sobre el buen ánimo que debemos tener, en lo tocante a ir tras la perfección:

“ …Mas bien ves que la montaña de la perfección cristiana es en extremo alta; pues ¡pobre de mí¡ (dirás tú) ¿cómo podré subir a ella? Ánimo Filotea.
Cuando las pequeñas mosquillas de las abejas, comienzan a tomar forma, no saben volar sobre las flores y montes ni sobre las colinas vecinas para juntar miel; pero poco a poco, criándose de la misma miel que sus madres las preparan, vienen a criar alas y a fortificarse de manera, que después vuelan a buscarla por todo el país. Verdad es que nosotros, siendo pequeñas abejas en la devoción, no podremos subir según nuestro intento, que no es menor que llegar a la cima de la perfección cristiana; más si comenzamos a tomar forma por nuestros deseos y resoluciones, las alas nos comenzarán a salir. Menester es pues esperar que algún día seremos abejas espirituales y podremos volar en la perfección. Criémonos en este ínter de la miel de tantos saludables consejos y santa doctrina como los antiguos devotos nos han dejado; y roguemos a Dios que él nos de plumas como de paloma, para que no solo podamos volar durante el tiempo de la vida presente, sino también reposar en la eternidad de la futura”.