24 junio, 2007

Perder la cabeza

Sabido es que una mujer, puede hacerle perder la cabeza a un hombre. O por lo menos, podía. Pero tanto San Juan el Bautista, como Santo Tomás Moro (festividades del 24 y 22 de junio respectivamente) perdieron literalmente la cabeza por decirles uno a Herodes y otro a Enrique VIII que no era lícita la relación con las mujeres con las que convivían. En honor de Tomás Moro, Canciller de Inglaterra, que con su vida defendió la indisolubilidad del matrimonio, copiaré, algo de lo que escribió, cuando encarcelado en la Torre de Londres, esperaba la ejecución de su sentencia. Esta sacado de “Un hombre solo. Cartas desde la torre” (Rialp)

De la correspondencia entre Tomás Moro y su hija Margaret:

“De entre las gracias que tan abundantemente el Rey me ha otorgado, estoy convencido de que mi encarcelamiento es la mayor de todas” (pág22)

“…querida hija mía, he abierto para ti el fondo más secreto de mi mente (..) te aseguro Margaret que nunca he pedido a Dios que me saque de aquí ni que me libre de la muerte, sino que abandono todo el asunto por entero a su propia voluntad, como aquel que ve mejor lo que es mejor para mí que yo mismo.”

“ Mi amadísimo padre: Pienso que nunca podré agradecerte bastante el consuelo inestimable que mi pobre corazón recibió con la lectura de tu carta tan cariñosa y espiritual, representando la claridad brillante de tu alma, el templo puro del Espíritu Santo de Dios, que no dudo descansará perpetuamente contigo y tu con Él. Padre, si me hubieran dado el mundo entero, así Dios me salve, tal regalo hubiera sido un pequeño deleite en comparación con el que concebí del tesoro de tu carta, que aunque fuera escrita con un carbón, es digna en mi opinión de ser escrita en letras de oro…”

Sobre Santo Tomás Moro su actuación en el malhadado asunto de Enrique VIII y Ana Bolena hay una poelícula muy hermosa de Mankievitz: “UN hombre para la eternidad”,