26 junio, 2007

Memoria

Esta mañana he ido a misa con mi nieto Alejandro a San Juan del Hospital. Por ser 26 de junio, era en honor de San Josemaría. Con sus nueve años recién cumplidos, la ha seguido seriamente durante una hora. Misa solemne: tres celebrantes, incensación del altar, homilía.. Justo hoy, van a quedarse en Moscú los primeros miembros del Opus Dei en Rusia. Un sueño. Para quienes hemos conocido el comunismo y el telón de acero, poder hablar abiertamente de Dios en Rusia era impensable por soñador que uno fuera. “Soñad, y os quedaréis cortos” decía San Josemaría a los suyos en las primeras andaduras de la Obra en España..

Le he encomendado a Alejandro y he recordado.
Cuando murió en el año 1975, sus hijos oímos multitud de misas, en sufragio por su alma, durante el mes de julio con un calor asfixiante. Yo entonces tenía menos mansedumbre que ahora y ello me sulfuraba bastante: todos sabíamos que era un santo y sufragios no necesitaba. Luego todos los años, misa solemne en su díapor el eterno descanso de su alma. Ahora tras la canonización: en su honor.
En el 90, a mi hija Marta la dejó Pablo, su novio. Lloró, rezó al entonces Monseñor Escrivá de Balaguer y se mantuvo en su sitio. No movió un dedo por verlo. El 26 de junio, Pablo vino con un ramo de flores a casa para pedirle perdón.

Marta, ya casada no podía tener hijos sin una fecundación “in vitro”. No estuvo dispuesta a ella. Rezó y adoptaron un par de niños
rusos: Alejandro y Tatiana . Cuando fueron a recogerlos, iba ya embarazada de Belén, luego vino Carla y ahora está nuevamente embarazada. Hoy en “El Mundo”, una noticia con letras grandes: “Juan Arnau habla de las interioridades del budismo”. Juan Arnau es mi hijo.

Todavía espero, por intercesión de San Josemaría, en mi familia cosas más grandes.