24 febrero, 2007

Buen día

Hoy, cumpleaños de mi tía Pilarín, que Dios bendiga porque me dejó unos euritos, como ya dije, he pasado un sábado estupendo. Como suele ocurrir en los cumpleaños de la gente que me ha querido y está en el cielo, como también dije.

Por la mañana después de leer a Santa María Faustina Kowalska he trabajado en la cocina durante un buen rato. A las 11 me han traído a mi nieta Marta porque le prometí llevarla a un Cuentacuentos. Tenía lugar en una librería que frecuento y he podido, con permiso de Mar, hojear libros
que me interesaban, mientras oía a Alicia, al Conejo y a la Reina de Corazones dialogar con los niños sentados en la alfombra sentados en la alfombra. Como todos somos un poco niños, a mí también me gustaba oírlos. Al final les han dado globos de colores y yo he salido de allí con un libro caro, y prometedor: “Escritores Conversos”, editado por Palabra. Me hubiera llevado también “La luz de la obediencia” de Justo Luis R. de Alba, que me apetecía mucho y creo que caerá en el próximo Cuentacuentos.

Por la tarde he quedado con tres amigas para ir a rezar un rato al oratorio de un convento de clarisas, cosa que me enloquece. Soy partidaria de lo que decía San Gregorio Magno: “¿No te vas con un amigo a los baños? Pues llévate un amigo también cuando vayas a rezar”. Después nos hemos tomado un buen chocolate con churros y Carmen nos ha enseñado las fotos que ha hecho en el carnaval de Venecia y en la arena de Verona. Después me ha llamado mi hijo Juan para invitarme a cenar a su casa. Allí he tenido la grata sorpresa de encontrarme con mi hija Marta su marido y sus hijos que me han traído luego a casa en coche.

“Gracias tibi Deus, gracias tibi”