15 diciembre, 2006

carta al periódico

La empresa

A veces coincido con ella en el autobús y aprovechamos para hablar un poco. Las mujeres lo hacemos con facilidad, cosa que constituye una buena terapia, más allá de si hace buen o mal tiempo, lo que por otra parte está a la vista de todos y no requiere, a mi entender, demasiada disquisición. En este caso me dijo: “ Mi hermana está esperando un niño, se lo ha planteado contando con las vacaciones, pues así con la baja de maternidad… porque claro, ella pertenece a la empresa.” Me quedé con su última frase y me dije: “¿Pertenece a la empresa?. Pues que triste. Yo creía que se pertenecía a Dios Padre y si una estaba casada, también al marido”y recordé con alegría aquella pregunta del catecismo: “¿Para que fin fue creado el hombre?” y su contestación: “El hombre fue creado para conocer, amar y servir a Dios en esta vida y después verle y gozarle en la otra”. No veo, por ninguna parte, a la Empresa en este asunto. A los dos días de esto, llevé a mi nieta de siete años, una rusa preciosa y viva, a la biblioteca a que cambiase los libros de “Astérix” y por el camino, fijándose en un letrero que decía “Escuela de empresa” me preguntó: “Abuela, ¿qué es la empresa?”. Eso digo yo: qué es la empresa. ¿Primero fue la empresa y luego fue el hombre, o fue al revés? En fin…Era Chesterton quien decía que los que no creen en Dios acaban creyendo en cualquier cosa.