01 diciembre, 2006

Fe y Alegría

Que la fe católica es necesaria para la alegría del hombre es cosa sabida para quienes tenemos la suerte de tenerla. Recientemente he tenido carta de una monja teresiana de treinta años que me contaba que uno de los teresianos en Venezuela se llama así: “Fe y Alegría”. Conozco a una hermosa moza que se llama Fe y se ha casado con el Señor Alegre. Tras estas pequeñas cosas, transcribo lo que sobre lo que de este tema dijo el cardenal Ratzinger cuando, en la larga entrevista con Peter Seewald que dio origen al libro “La sal de la tierra”, éste le preguntó: “¿Cómo es posible encontrar alegría en la fe?”

“ La fe esuna fuente de alegría. Cuando Dios falta, el mundo se queda en tinieblas, todo resulta aburrido y nada satisface. En la actualidad se comprueba fácilmente que el mundo sin Dios se vacía cada vez más, y más necesidad tiene de consumismo, y se convierte en un mundo sin alegría. El máximo gozo se da siempre que hay un gran amor, y en eso consiste exactamente la afirmación esencial de la fe: somos amados por Dios de modo absoluto. El es un amante fiel. También por eso el cristianismo tuvo su primera difusión sobre todo entre los débiles y los enfermos”.

“Claro está que también se podría dar de esto una interpretación marxista, y decir que son solo palabras de consuelo y de revolución; pero no veo justificado que nos preocupen ahora esos eslogans ya superados. El cristianismo ha logrado crear éntre señores y esclavos una relación totalmente nueva; de tal modo que Pablo pudo escribir ya a un amo: “ no castigues a tu esclavo porque ahora es tu hermano”.

“Así que podemos decir que la alegría es el elemento constitutivo del cristianismo. Alegría no en el sentido de diversión superficial, que puede ocultar en su fondo la desesperación. Sabemos bien que el alboroto es, a menudo una máscara de la desesperación. Me refiero a la alegría propiamente dicha, que es compatible con las dificultades de nuestra existencia y contribuye a hacerla más fácil. En el evangelio, la historia de Jesucristo empieza con las palabras que el ángel dirigió a María, en forma de saludo: “¡Alégrate¡”. Y en la noche de su Nacimiento, los ángeles también repetían: “os anunciamos una gran alegría”. Y el propio Jesús viene a decirnos que viene a traernos una buena nueva, es decir, que el reiterado núcleo del mensaje es siempre éste: Vengo a anunciaros una gran alegría, Dios está aquí, os ama, y esto es para siempre.”

Alegre es para mí compartir con muchos lo que no se marchita.