El puente del mar
El puente del mar que, en Valencia, une el llano del Remedio con la Alameda, es realmente hermoso. Hace poco he podido verlo desde arriba. Desde la planta octava del edificio Zurich, donde uno de mis hijos tiene un despacho de muro acristalado. Desde su mesa de trabajo se ve, en su pretil, el temple, de estilolo clásico, de la Virgen de los Desamparados y frente a él uno de San Vicente, no recuerdo si Ferrer o Mártir. Poder ver a una imagen de la Virgen desde donde uno se devana los sexos, no es gracia pequeña. “Santa María, sedes sapientiae, ora pro nobis”
Un 24 de mayo, festividad de María Auxiliadora, hicieron mis dos hijos, de seis y siete años y medio, su a primera comunión. Con pantalones mil rayas, y jersey azul marino se acercaron a comulgar un día de labor en una misa rezada. Su padre lo quiso así. Luego se los llevó a hacerles fotos y hay una magnífica sentados en los escalones de piedra que elevan las góticas ojivas del puente del mar. Me acordé al verlo desde arriba.
A esa Virgen del puente acudí yo a rezar con Pilar, amiga de mis hijas, cuando tendría
dieciséis años. Dos baturras, frente a la virgen de los Desamparados. Ahora, acabo de hablar con Mar, ellas, me ha conseguido un libro agotado y de paso me ha dicho que quiere ir a rezar a la Virgen, con mi hija pequeña. Tiene poco tiempo y ha elegido esa imagen por estar cerca de su librería. Son cosas que me alegran y por eso cuento.
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