04 mayo, 2006

La vida, nada menos

Cuando era joven, conocí a un hombre que había leído “Los novios”, poco a poco, en los trayectos de metro de Madrid. Yo lo leí no hace demasiado. Aún no conocía a Alessandro Manzoni. He aquí una de las catas de un libro que merece leerse y que , por su honradez, yo dedico a mi padre.

“ … (Federico Borromeo 1564) escuchó desde la niñez esas palabras de abnegación y humildad, esas máximas sobre la vanidad de los placeres, sobre la injusticia del orgullo, sobre la verdadera dignidad y los verdaderos bienes, que sentidos o no sentidos en los corazones, se transmiten de una generación a otra, en la más elemental enseñanza de la religión. Escuchó, digo esas palabras, esas máximas, las tomó en serio, las apreció, las encontró verdaderas y que no podían ser verdaderas otras palabras y otras máximas opuestas que también se transmiten de generación en generación, con la máxima seguridad y a veces con los mismos labios; y se propuso tomar por norma de los pensamientos y de las acciones las que eran verdad. Persuadido de que la vida no está destinada a ser un peso para muchos y una fiesta para algunos, sino para todos un empleo, del que cada uno tendrá que dar cuenta, comenzó desde niño a pensar en como podía hacer santa y útil la suya”