Mermelada de tomate
Uno de los encantos que tenían los veranos de Samper era desayunar con la exquisita mermelada de tomate que año tras año fabricaba la tía Pilar. Otro sentarse a una mesa bien puesta, de rico mantel y cubertería de plata, hasta con cubiertos de postre, lujo éste inaudito e impensable para mi hermana y yo cuando éramos niñas. Y no puedo dejar en el tintero, es un decir, la delicia que suponía meterse en una cama de sábanas blancas de puro algodón, con embozo bordado, quizá con las letras P y G entrelazadas, iniciales de Pilar Gimeno, la hermana de mi madre. Porque en casa de la tía Pilar las sábanas se planchaban, como se comía siempre a las dos: sopa, tomatada (ensalada de tomate, pepino cebolla y olivas de Alcañiz) , y chuletas de cordero de riñonada y a veces como complemento alguna clase de tortilla. Cenar se cenaba a las nueve en punto y en la cena no podía faltar ninguna noche la verdura y la tortilla francesa. Las horas de las comidas eran respetadas rigurosamente porque en esto como en todo, el marido de la tía Pilar, D.Luis Bueno que en gloria está ( murió el 12 de agosto de 1971, como Santa Luisa de Marillac, nació el 12 de agosto de 1591) sin necesidad de alzar la voz llevaba fuertemente el timón de su casa, su siesta era sagrada y las comidas y el orden de la casa grato. Tía Pilar solo tenía una chica de servicio pocas horas. El “servir” en su casa, una escuela para la vida. Su recuerdo de digna y discreta dedicación al hogar, inolvidable.
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