16 abril, 2006

Domingo de Resurrección

María Magdalena va muy de madrugada al sepulcro. Encuentra la piedra quitada y sale disparada a decirle a Simón Pedro y Juan: “Han tomado al Señor del monumento y no sabemos dónde le han puesto”. Al oírlo, Simón y Juan corren también hacia allí. Juan llega antes, pero no entra espera a Pedro, cuando entra Pedro entra él, ve las fajas de la mortaja allí colocadas y el sudario doblado aparte y “vio y creyó”. Los discípulos se fueron de nuevo a casa. María Magdalena se quedó junto monumento llorando, se inclina hacia él y ve dentro dos ángeles que le dicen: “¿Por qué lloras, mujer?” No se atemoriza por la visión. Está, en lo suyo. Les responde “Por que han tomado a mi Señor y no se dónde le han puesto?”. Intuye una presencia, se vuelve y vio a Jesús pero no le reconoció. Díjole Jesús “¿Mujer porque lloras? Ella le confunde con el hortelano. No mide sus fuerzas, no es sensata: “Señor si le has tomado tú, dime dónde le has puesto y yo le tomaré”. Díjole Jesús: María. En su mente se hace la luz y contesta en hebreo: ¡Raboni¡, que quiere decir Maestro. Después va por encargo de Cristo a contarles a los discípulos que ¡ha visto al Señor¡. María Magdalena, una mujer, es la que lleva la noticia de la resurrección es la primera apóstol de la Resurrección. A las mujeres nos toca alumbrar esta vida, que no termina y ¡como no ¡ contarlo. Con la leche de la madre mama la fe el hijo.