Como de la familia
Siempre he visto a Miguel de Cervantes, no solo como escritor inolvidable sino como alguien cercano, como de la familia. Mi padre, hijo de médico, de familia numerosa e hidalga que conoció la estrechez, incluso en cierto sentido la pobreza, notas éstas que pertenecían también a la familia de Cervantes, era soldado como él y como él patriota, idealista y honrado. En cuanto a mí, siempre me ha gustado “desfacer entuertos”, leí encantada El Quijote cuando tenía 17 años y lloré cuando muere, de esa manera tan hermosa, Alonso Quijano el Bueno: “y consiento en mi morir / con voluntad placentera clara y pura ; /que querer hombre vivir/ cuando Dios quiere que muera / es locura.” Hoy, con algo más de sesenta, tiempo feliz en que echando cuentas con la vida y se ve que se está en deuda con ella ( deuda que no agobia sino estimula) he vuelto a releer la biografía de Cervantes de Sebastián Juan Arbó y recordado algunos datos sugerentes . Los comparto: Era el sexo hijo de D. Rodrigo de Cervantes, cirujano que nunca supo sacar adelante a su familia y Doña Leonor de Cortinas, mujer capaz de vestir tocas de viuda, para estimular la generosidad, al tratar de reunir el dinero del rescate de él y de su hermano Rodrigo, ambos en poder de los turcos. Liberado por los Trinitarios, y con su escapulario sobre el pecho entró en Valencia una mañana de noviembre de 1580, hacia la Catedral, a pie desde Denia, en romería, mientras unos chiquillos iban cantando la relación de cautivos liberados. Frecuentó hacia el final de su vida el Convento de los Trinitarios en Madrid y fue enterrado en él. Su hermana Luisa de Belén entro Trinitaria de jovencita, era su predilecta. ¿Quién puede saber lo mucho que rezaría por él?
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