Con Fanny
Me alegré de verla cuando llegó a la cafetería donde habíamos quedado. De vez en cuando lo hacemos y sin más estímulo que un café con leche pasamos un buen rato, que para mí no deja de tener su pequeña dificultad porque no puedo dejar de pensar que Fanny no tiene fe, aunque la tuvo, y sería bastante más feliz con ella. A me gustaría que me dejase hablar con ella de Dios, pero se cierra en banda y trato, aunque me cuesta, de respetar ese silencio. Es la voluntad del hombre la que decide: “para quien quiera creer – decía San agustín - tengo muchas razones, para quien no quiera, no tengo ninguna” A veces, en la conversación, se abre un pequeño resquicio que intento aprovechar, hasta que ella dice con energía: “Bueno, dejémoslo” y lo dejamos, no sin antes poner cada una sobre el tapete su propio argumento. Como las dos somos cabezotas, que es una manera fina de decir que la soberbia nos acompaña, le recordé: “¿Tu sabes lo de: “¡piojoso, más que piojoso¡”. Sonrío, lo sabía.Yo aquí eso no pudo explicarlo, pero quizá lo sepa algún otro y sonría también.
“Si quieres vivir en una burbuja…- me dijo- . Si exite Dios, no me gusta como es ¿cómo permite tanto mal? Y no me vengas con la libertad deel hombre.” Yo si iba a irle con la libertad del hombre, que es causa de los mayores males y de los mayores bienes. Recordé el libro “Y Dios permite el mal” de Jacques Maritain. Apunté que Dios saca bienes de los males, que tiene muchas bazas, que ésto es muy corto y nos espera una eterenidad. En fin dije lo que se me ocurrió, pero me vino a la cabeza una frase feliz qu e escuché a un sacerdote: “ El sufrimiento es el megáfono de Dios para el oído rebelde le hombre”.
A mi hermana Carmen le preocupó desde niña la explicación del sufrimiento. No niego que éste sea un misterio, pero en lo que a mi respecta viendo que Jesucristo Dios y hombre verdadero, murió en una cruz, no se de que sufrimiento iba a pedirle cuentas.
Hacia el final, la conversación derivó de forma que pude enjaretar el verso de Unamuno, tan lúcido él: “ Agranda la puerta Padre / porque no puedo pasar./ La hiciste para los niños, / yo he crecido a mi pesar. / Si no me agrandas la puerta, / achícame por piedad./ Vuélveme a la edad bendita / en que vivir es soñar”
Total: que tengo que rezar por Fanny. Porque es Dios quien mueve los corazones, como le ocurrió a Pablo camino de Damasco. Pero Dios se vale de instrumentos, en el caso de San Pablo de Ananías. Instrumentos que, al ser humanos, levantan polvo al andar.
1 Comentarios:
Rosa,
¡ Qué buen artículo ! Gracias a Fanny he disfrutado un montón leyóndolo. ¡ Viva Fanny !
Por cierto, el piojoso, ¿ no era aquel del chiste que mientras hundía a la malhablada cabezota en el pozo, juntaba los pulgares por el lado de las uñas ?
Saludos
Un gran admirador
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