20 enero, 2012

Cine

Anoche ví “El merodeador “ de Joseph Losey (1951). Una buena película en blanco y negro, que mantiene la atención hasta el final. Pude comprobar una vez más los valores morales del cine de esos años. En él es frecuente ver una preocupación moral. El matrimonio es serio y por lo tanto el adulterio no es una broma y puede desembocar en el asesinato como ocurre en “El merodeador”. En esas películas, los adúlteros es imposible que sean felices, la pasión es tratada con decoro: no hay escenas inconvenientes -después de todo el espectador no es tonto - en el momento clave la cámara enfoca una cómoda.. se cierra una puerta.. y se funde la escena. El espectador fino lo agradece. Ese adulterio ( contra el que es bueno alertar a la sociedad ) empieza con un coqueteo que no se ha sabido cortar drásticamente en su inicio... En fin en aquellos años, el concepto de pecado, y con él la sensatez, existía en la vida de la gente y el cine ayudaba a discernir entre ésta donde puede llevar una mala elección ante una norma moral. En fin… los buenos directores: maestros en el rodaje y en la elección del guión, no perdían su tiempo y lo hacían perder al espectador. Le contaban una buena historia que lo distraía y le enseñaba.

1 Comentarios:

At 21 enero, 2012 09:36, Anonymous Anónimo escribió...

Igualito que hoy, donde todas las pelis españolas tienen un plató fijo con una cama para todas las películas: su uso está garantizado y hay que dar todo lujo de detalles

 

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