Esperanzas puestas
Alguien ha escrito: “Ya hemos visto como el cambio de poder se ha producido sólo y exclusivamente a través de un discurso económico, respaldado por una brutal realidad de decadencia económica. Todo lo demás no ha importado”. Tiene razón:el concepto de hombre econónomico es un pobre concepto del hombre. Aunque éste tiene derecho a un puesto de trabajo, pues de él dependen su pan y su dignidad. No acaba todo ahí. Es necesario que los populares no defrauden las esperanzas de tantos que les han votado, y además de procurar el pan de todos – lo pedimos a diario en el “Padre nuestro”, se pongan manos a la obra para acabar con la alegría dee un año nuevo, con la vergüenza del aborto en España, al que de ninguna manera podemos acostumbrarnos. Además, luchar por la vida es, a la larga, un negocio rentable. Pido desde aquí, cada ladrillo hace pared, el cierre urgente de las clínicas abortivas. Caiga quien caiga. Hasta ahora los que han caido, de manera sangrienta, sin delito alguno y haciendo polvo las vidas de sus pobres madres, son quienes están llamados a ser nuestro relevo. A la muerte de mi padre, recogí entre sus papeles el juramento hipocrático que hacían los médicos antes de recibir su titulo: una especie de pergamino con las “Normas de Deontología Médica” que redactó la Asociación Médica Mundial, reunida en Ginebra en septiembre de 1944. Entre ellas, figura: “ Tener absoluto respeto por la vida humana desde su concepción, y no utilizar ni aún bajo amenazas, los conocimiento médicos contra las Leyes de la Humanidad”. Hoy no está demás el recuerdo.
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