10 enero, 2012

Katyn

Hace pocos días ví “ Katyn”, magnífica película de 2007 dirigida por Andrzej Wadja. Éste verano leí sobre ella un interesante artículo de J.M.de Prada, y que recuerdo, lamentándo, haber roto por no tomarme el trabajo de archivarlo… Ahora me vendría bien. Así pues, ayuna de erudición hablaré por mi misma.

En el bosque de Katyn el ejercito soviético rezalizó una atroz matanza de oficiales polacos en 1940, después que éstos ya habían sufrido la invasión nazi en septiembre del 39. La película, esteticamentre hermosa, está llena de valores, estos encarnados en personas de carne y hueso. Me fastidia un poco emplear este término, porque hoy se habla mucho de valores y nada de virtudes: facilidad para obrar el bien conseguida por de repetición de actos, y los valores son papel mojado si uno no los asume. Vuelvo a la película: tiene humanidad, lealtad, patriotismo, valentía, ternura y convicciones religiosas fuertes… respira autenticidad de un mundo que pasó, pero del que aún quedamos supervivientes porque lo respiramos en nuetra infancia, lo oímos contar a nuestros padres arrebujada la familia junto al brasero. He empleado la palabra “patriotismo”. No me extenderé, pero creo que ésta, está muy relacionada con en el sentimiento religioso por lo menos en el pueblo polaco y el español. Viendo en la película morir a los oficiales polacos, uno a uno con un tiro en la nuca, al borde de las grandes fosas que ellos mismos habían preparado, llevando muchos de ellos enroscado el rosario en la mano, haciendo la señal de la cruz, o empezando a rezar el padre nuestro, se vuelve a sentir el orgullo de pertenecer a la raza humana.

Recordé a mi padre, que gracias a Dios vivió. Figuró entre los supervivientes que rompieron el cerco que a Belchite pusieron las fuerzas rojas en nuestra guerra civil. Muchos llevaban en su pecho un escapulario, un “detente”. En lo que a mi padre toca, llevaba asomando por el bolsillo de su guerrera, la “Imitación a Cristo”.