29 julio, 2011

Hermanos

La mayor riqueza que uno puede dar a un hijo es darle hermanos. Es una obviedad que la gente olvida o no se plantea y que conviene transmitir a las parejas jóvenes. Al hilo de esto, copio un hermoso fragmento de la novela de Sigrid Undset, “Cristina hija de Lavrans”, en la que dos hermanos ya adultos, se reconcilian después de haber estado un tiempo sin tratarse .

“ …. Gyrd se levantó de un brinco y ofreció una mano a su hermano menos ágil.
Cuando estuvo de pie, Simón conservó un instante la mano de de Gyrd entre la suya. Luego apoyó la mano en el hombro de su hermano mayor. Éste hizo loo mismo, y así, cogidos ambos hermanos, subieron lentamente la cuesta que conducía a la granja.
Por la noche se sentaron en la cabaña de Saemund; Simón iba a compartir la cama de su hermano. Habían rezado las oraciones de la noche, pero querían acabarse la jarra de cerveza antes de acostarse.
- “Benedictus tu in muliebris..mulieribus…”¿te acuerdas? – preguntó Simón, de pronto, riendo.
- ¡Ah, sí¡ Me llevé más de un golpe antes de que Sira Magnus consiguiera quitarmne de la cabeza el latín de la abuela. – Gyrd sonrió ante el recuerdo (….)
Simón sonrió. Le parecía de pronto ver el rostro infantil de su hermano a punto de estallar de risa; en aquel tiempo eran jóvenes y Sira Magnus pegaba duro cuando les corregía.
Gyrd no había sido un chico listo. Simón quería a su hermano, y no precisamente porque al hacerse hombre se hubiera hecho más capaz. Pero una oleada de gratitud le indundó el corazón al recordar aquellos cuartenta años de afecto fraternal que le unían a Gyrd. Gyrd era el más noble, el más fiel entre todos los hombres.

Por el hecho de haber recobrado a su hermano Gyrd, Simón tuvo la impresión de que acababa de afianzarse en la vida. Desde hacía tiempo todos sus días habían sido difíciles.
En un impulso afectuoso pensó que Gyrd había venido para poner fin a un error cuya responsabilidad recaía sobre él, Simón, porque había abandonado la casa de su hermano enfadado y soltando improperios. Su corazón desbordaba de gratitud; experimentaba la necesidad de no dar unicamente gracias a Gyrd.”