En una vida…

En una vida y en un día se pueden ver tantas cosas magníficas…Son las 4,25 de la noche y me he despertado diciéndome: “Impagable el haber visto ayer gracias al canal “13” y a “Popular televisión”, a las 300.000 personas congregadas en el Circo Máximo preparando la beatificación de nuestro queridísimo Juan Pablo II, en comunión con del mundo entero, con una Vigilia de Oración. Viendo en directo tanta gente rezando el rosario, en comunión con Roma, en Líbano, Tanzania, Fátima, Cracovia, Guadalupe. Ver, plasticamente, la universalidad de la Iglesia es algo grandioso. ¿ y los ,milles y miles de todos los países que lo seguimos desde nuestras casas?. ¡Que bueno el latín para rezar con Roma¡.. Ya sabían lo que hacían quienes lo eliminaron de nuestro plan de estudios.

Se rezó el Rosario. Los Mistereios Luminosos que nos dejó Juan Pablo II. Cada uno por una intención. El 1º: el bautismo de Jesús : por los jóvenes, el 2º: la revelación de Cristo en el milagro de las bodas de Caná: por la familia; el 3º: la predicación del Señor: : por la evangelización, el
4º: la Transfiguración del Señor: por la paz y la esperanza del
mundo y el 5º: La institución de la Eucaristía: por la Iglesia

Cuando estaba ahí, rezando con ellos, y admirando ese espíritu de sacrificio de tantos que pasaran la noche al raso para coger sitio mañana a las 10 en la Plaza de San Pedro. Me llamó mi hijo Juan - que ayer se cumplían 43 años de su bautismo y en el 82, vió a Juan Pablo II en el Santiago Bernabeu – para decirme: En “Informe Semanal hay un documental muy interesante siobre Wojtila”. Le agradecí el dato, pero no cambié de canal.

Cuando venía hacia el ordenador, una musiquilla del “Rosario de la aurora” de las Misiones del año 50, sonaba en,mis oídos: “El demonio en la oreja / te está diciendo: deja misa y rosario / sigue durmiendo” Entonces, a nivel general, se tenía la sensatez de creer en el demonio.

Ayer en la homilía de la misa del sábado en San Juan del Hospital, el sacerdote contó: Juan Pablo II, una vez le dijo a D. Álvaro del Portillo – del que era amigo - : “Usted ha visto alguna vez al demonio”. Dón Álvaro contestó: “No, pero lo toco todos los días”. Y Juan Pablo II: “lo mismo me pasa a mí”.