Humildemente
He vivido un día de Viernes Santo hermoso –lo he compartido con Charo -: liturgia, oración.. y buenas lecturas cuando he llegado a casa. El Brucberger, una vez más. No pensaba escribir hoy por respeto: “El día de Viernes Santo, ni los pajaricos cantan”, decía mi madre. Hoy es un día demasiado grande para escribir sobre él. Pero es ya de noche y hace un rato me ha llamado Francisca – de la que tanto he dicho y con la que siempre aprendo. Francisca, que no sabe leer ni escribir pero recuerda romances y versos. Los que le enseñó de viva voz su abuela. Quería contarme sus emociones: ha ido a la Iglesia y ha vuelto contenta. El sacerdote acompañado de un montón de monaguillos vestidos de blanco le ha recordado al Buen Pastor seguido de sus ovejas. Y de ahí ha pasado recitarse a sí misma, y luego a mí - Las Siete Palabras que Cristo pronunció en la cruz. Se acordaba de la primera y de la tercera.. Antes se las sabía todas. Francisca tiene 76 años. “Si supiera leer y escribir las escribiría y me dejaría el hueco…”. Al oírla he pensado que lo contaría. Le he tomado apuntes.
“ Ya llegamos al calvario / donde murió el Redentor / crucificado en la cruz Siete Palabras habló. La primera fue rogar / por sus propios enemigos /Oh¡ caridad singular / que ca los que fueron testigos / mucho les hizo admirar”
“… a su Padre amado / viéndose tan dolorido / viéndose tan desangrado / dijo dos veces a Dios / ¿Por qué me has abandonado?”
En los Oficios del Jueves Santo, el sacerdote, antes del lavatorio de los pies a los doce hombres que hacían de apóstoles dijo que ese rito se remonta al año 694 en el Concilio de Toledo…
En los Oficios del Viernes Santo el sacerdote ha dicho en la homilía dos frases de San Josemáría. La una: “ A muchos les sobran cruces, y a mi me faltan Cristos”. La otra: “Señor todo l que Tú quieras para mí, yo también lo quiero.”
Buenas noches.
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