27 enero, 2011

La madre Digna Villabriga

La madre Digna, magnífica profesora de latín, tradujimos con ella grandes trozos de “La guerra de las Galias” y disfrutamos con ello y en el Examen de Révalida del Instituto, la nota más baja de la clase fue un notable, era además una monja con “garra”. A veces conseguíamos no dar clase a base de que alguien sacase hábilmente un tema, en el pudiera explayarse a gusto. Si lo lográbamos, lo que creíamos un triunfo nuestro, era en realidad un triunfo suyo. He olvidado ya el “hablativo agente,” el “sujeto paciente” y todo lo demás y sigo recordando mucho del “material humano” que introdujo en sus clases. Una de estas veces alguien le preguntó: “madre, cuéntenos algo de su vocación”. Y ella, paseando por entre los pupitres, que así daba sus clases – en ellas no ni se dormía nadie, ni hacía monigotes en el cuaderno - nos contó: “A mi la primera que le echo el “gancho” fue mi madre. Sacó sacaba un crucifijo, y me dijo: “Mira: Éste, es quien más te va a querer”. Teníamos entonces catorce años, leíamos a Bécquer y mirábamos por las ventanas del aula a los chicos de la casa de enfrente que les daba por afeitarse de modo que pudiéramos verlos.

Una vez nos dijo: “las verdaderas amigas, las que duran toda la vida, se hacen en el Colegio”. He podido comprobar que tenía razón. Si Dios quiere – ya hemos pedido plaza en dos ocasiones y no había – me iré de curso de retiro el 31 de marzo con mi amiga Maritina. Llevo invitándola toda la vida a venirse conmigo, al menos una vez, y siempre me decía: “Rosi, cuando me jubile”. Ya se ha jubilado… Dios es paciente. No quiero ni pensar cuando me la vea en el banco del oratorio a mi lado, oyendo hablar de Dios a un sacerdote que sabe lo que se lleva entre manos, que ama a Jesucristo y a los demás por Él. Maritina y yo hablábamos en la hora y media de estudio mucho – salíamos del Colegio a las 7,30 de la tarde - más de lo conveniente. Al final nos separaron. A mi me colocaron con una sosa que no abría la boca en todo el día.

Una vez la Madre Digna escribió en mi perfil psicotécnico: “Es capaz de armonizar sus conocimientos bajo una sola idea”. Se lo agradezco. Y no puedo menos de pensar en mi blog, me ha venido bien. Disculpen.