14 septiembre, 2010

El mar

El 16 de agosto de este año murió Mª Dolores Climent – 69 años - en el Atlántico, mientras nadaba, desde un islote cercano a La Gomera. Iba con una amiga. Cuando ésta le propuso volver a la isla – lo hacían a diario - Mª Dolores le dijo: “Ve tú, yo quiero quedarme un poco, luego iré”. En lugar de a la Isla, llegó a la eternidad. “El Atlántico es muy traidor – me dijo Pepa, cuando comentamos el hecho – porque la placa continental termina de manera brusca”. A darme la noticia pensé, en la verdad de las palabras de la Escritura: “la muerte vendrá como un ladrón, cuando menos se la espera”. Así es muchas veces, pero también es verdad que nos la envía, en el mejor momento, Dios que es nuestro Padre. A Mª Dolores en unas vacaciones en el mar. Mª Dolores Climent – compañera mía de carrera – era soltera y Catedrático de Química General del Politécnico. Era también de las Comunidades Neo – catecumenales. Hacía cuatro años que había superado una leucemia, con trasplante de médula, que llevó con ejemplaridad. Me alegró recordarlo, y todavía comprendí mejor su muerte repentina. En su funeral, concelebraron doce sacerdotes. La Iglesia de la Santa Cruz, estaba llena hasta los topes. Descanse en paz. “Los siembras año tras año”, dice también la Escritura : el mismo día de la muerte de Mª Dolores, se casaba por lo civil en un barco en el Mediterráneo, uno de mis hijos. Espero que esa boda, se repita en la Iglesia. Rezo por ello.


(carta enviada a Levante)