29 agosto, 2010

El peliculón y un libro

Anoche volví a ver “Doce hombres sin piedad”, de Sydney Lumet. Se agradece pasar un buen rato, no solo sin conciencia de pérdida de tiempo sino con el convencimiento de estarlo aprovechando. Henry Fonda, magnífico: bueno, inteligente, atractivo…El buen cine nos mejora, como nos mejora un buen libro.

Juan me ha devuelto el primer tomo de “Memorias de Ultratumba” (1768- 1800) que leía con gusto: la infancia y la juventud de Chateubriand. Me encantaba leer sobre Saint- Malo o el castillo de Combourg, al mismo tiempo que mi hija Fe en su viaje a Bretaña con su marido y sus hijos, visitaba eso lugares. Luego disfruté ojeando “Bretaña”, un libro con fotografías magníficas, que trajeron de allá. Voy a la caza de alguna de las frases que leí en él, que me impactaron:

“ ¿Creéis que esta forma de educarme podría haberme llevado a detestar a los autores de mis días? En absoluto; el recuerdo de mi rigor me es casi grato. Cuando mi padre murió, mis camaradas del regimiento de Navarra fueron testigos de mi pesar. Fue mi madre de quien recibí el consuelo de mi vida, pues fue ella quien me acercó a la religión; yo recogía las verdades cristianas de su boca, como Pedro de Sangres estudiaba por la noche en una iglesia, al resplandor de la lámpara que ardía delante del Santísimo
Sacramento.”

“ …Bien hecho está lo que hace Dios: es la Providencia la que nos dirige, cuando nos destina a desempeñar un papel en la escena del mundo.”

Se continuará..