En el estribo y ya de vuelta
Con el equipaje a la puerta, esperando a que mi hijo mayor venga a por mí, para ir a pasar ocho días a Javea, escribo estas líneas, sin plan preconcebido, según vaya saliendo. Espero pasarlo bien: tengo amigas en Javea. Además me llevo el ordenador y los benditos libros: el Nuevo Testamento, “Conocer la Biblia” de D. Josemaría Monforte, sacerdote del Opus Dei. Es Astrofísico, conoce el hebreo, y he tenido la suerte de oírle predicar muchas veces. De lectura profana el primer tomo de “Memorias de Ultratumba” de Chateaubriand y “Perder y Ganar” de John Henry Newman, que me he regalado a mi misma por mi cumpleaños.
Las “Memorias de Ultratumba”, me las ha regalado Juan, aunque en realidad se las ha regalado a sí mismo, porque no tengo yo ni tiempo ni liberalismo – que supondría creer que mi tiempo es ilimitado – para tragarme los cuatro tomos de que constan, que ha publicado “Acantilado”.
Le echaré un vistazo al primero por puro sentimentalismo: me lo leía en voz alta un verano en Viver, quien con el tiempo sería el padre de mis hijos. No me interesaba para nada. porque además el lo iba traduciendo del francés a medida que lo leía. Ese verano leímos también juntos una obra de :.G Wodehouse, con la que lo pasamos en grande.
Ya he vuelto de Javea. No me dio tiempo a decir que me iba, por dejar la casa arreglada y regar las macetas. Ha estado muy bien. El ordenador ni tocarlo. Y eso que me lo instalé en la cocina que es donde tenía mesa, enchufe y sol en la ventana dando a un gran jazminero. Espero que el viaje le haya sentado tan bien como a mí. Es claro: “primus vívere, dehinde filosofare” ( no se si se escribe así). El mar azul, increíble. El jazminero apabullante y “Las Memorias” entran solas. Con razón mi futuro suegro, erudito devorador de libros, quería que su hijo – que se educó con el “Telémaco” de Fenelón, las teyese.
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