26 julio, 2010

Vivir es sorprenderse

Nunca hubiera pensado que una tarde de agosto, con 70 años, estaría, Dios mediante, en un barco en el Mediterráneo, vestida de blanco – todos irán de blanco – para asistir a la boda por lo civil de un hijo mío. Aquel con quien yo soñé, desde que era niño, que vestiría la sotana sacerdotal…Aunque de esto, hace ya tiempo que me desprendí, porque la pareja tienen un hijo, mi nieto Álvaro, de casi dos años. Aunque no es la boda que desearía, ya que el matrimonio entre bautizados debe ser por la Iglesia, algo de sentido común teniendo en cuenta que la unión matrimonial, debe durar hasta la muerte, estoy contenta.

Muchos somos, los que al casarnos, tuvimos claro que el día de la boda, como Hernán Cortés, quemábamos las naves. No había viaje de vuelta, por lo que no bastaba el amor, había que invocar sobre él, la protección de Dios, porque la vida es larga. Es decir: sabíamos que el matrimonio es cosa de tres. Y no nos fue mal, a groso modo, porque aunque en mi generación llegó el divorcio – hasta la palabra es fea – lo cierto es que los que luego se separaron, habían vivido juntos tantos años que la infancia de los hijos – se tenía claro que éstos eran una bendición de Dios – estaba salvada. Por lo que las raíces de la pareja eran fuertes y quienes después contrajeron matrimonio por lo civil, en el fondo de su corazón sabían que: matrimonio, matrimonio, era con la primera. Ahí estaban además los abuelos que con su larga vida en común dejaban las cosas claras.

El caso es que, si Dios quiere, en el barco estaré yo ese día, encomendándolos a la Virgen - el mar y el cielo azul favorecen el pensar en Ella – bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, patrona de los marineros, para que además de disfrutar de los días de sol, les ayude a soportar calmas chichas salvar tempestades, hasta que lleguen a puerto. Y lo haré, porque en la vida se sufre, y hay insensatos que, seducidos por las sirenas – y por un ambiente hedonista, y en el que medran los abogados - echan la culpa de sus frustraciones al primer matrimonio, que humildemente contrajeron ante Dios.

Y quien sabe si pasado un tiempo, veo desde aquí o desde el cielo, otra boda como la mía.

1 Comentarios:

At 27 julio, 2010 17:44, Anonymous Anónimo escribió...

Mi matrimonio está resultando bastante más difícil-duro de lo que podía imaginar, en estas ocasiones, releo sus comentarios sobre el tema, porque resultan bálsamo auténtico y le renuevan a una las ganas de seguir mirando hacia adelante. Enhorabuena por la boda y siempre gracias.

 

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