31 julio, 2010

¿Vergüenza?, para pecar

Estábamos en una de las terrazas del Mercado de Colón, una abuela, una madre, su hijo de seis años y yo. Me daba pena el pobre niño sentado allí como un ancianillo. No tenía ni cuentos, ni papel para hacer pajaritas o barquitos, ni rotuladores, nada. Un niño, en total indefensión. Si hubiera sido una niña un poco mayor - y desde luego si hubiera sido una niña inteligente de tiempos anteriores al Intendo - la conversación de las tres personas mayores le habría bastado: sacaría sus conclusiones, enjuiciaría a las contertulias, aprendería vocabulario.. Pero era un niño. Quería agua, quería atención. La madre dudaba si ir a comprar una botella de agua mineral un poco más lejos, porque era más barata – en esto de la economía las madres de ahora son como las de antes – pero le daba pereza. Le sugerí que se acercara a la barra a pedir un baso de agua del grifo, con hielo. Le daba vergüenza. Me levanté rápidamente y fui a por él. Me sorprendió que los jóvenes del botellón – no hacía demasiado tiempo que ella lo había sido – estén tan absolutamente desarmados para las cosas más nimias. Que lejos quedaba aquella frase, abundantemente repetida por las madres, para combatir la timidez de sus hijos en su incipiente vida social, “¿Vergüenza?, para pecar”. Es curioso, ahora las tímidas son las madres. Como es toda una frase, que pone las cosas en su sitio, he querido, en honor a las abuelas y en honor a la verdad, contribuir con estas líneas a que no se pierda.

1 Comentarios:

At 31 julio, 2010 20:39, Blogger filósofo escribió...

Rosa,
Tu artículo me suena a ese karma políticamente correcto que dice que tenemos la juventud más preparada de la historia.
En realidad podemos tener el mayor numero de universitarios o mayor cantidad de alumnos en colegios de toda la historia de España... pero de ahí a que estén más preparados que en otras épocas media un abismo.
Hay otro karma por el cual los españoles son muy simpáticos... y no hay que confundir simpatía con desvergüenza !
Pienso que en una sociedad, como la actual, donde están desatadas todas las pasiones, los jóvenes andan inermes, y son presas fáciles. Mucha gente piensa que el cúlmen del conocimiento está en saber manejar el móvil y encender la tv y ya no queda más por descubrir.
En fin, yo aprendí tardíamente el dicho que mencionas: cosas de una conversión tardía y me ha servido de mucho.

 

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