02 junio, 2010

El celibato Sacerdotal

“¡Qué no queremos casarnos¡”. Su voz vibraba festiva y convincente, cuando se lo oí decir, dando una meditación, a un montón de mujeres – de buenas mujeres - la mayoría ya con sus años en la vida y en el matrimonio. Comprendimos su afirmación rotunda. ¡Cómo si el matrimonio fuera la panacea de todos los males y la causa determinante de la felicidad y el equilibrio¡ Pues anda que no tiene dificultad el tema..No hay más que ver las demandas de divorcio. De vez en cuando se da en los medios, y en la conversación amistosa, como un empeño social de arreglarles la vida a los sacerdotes pidiendo que no sean célibes ¿Por qué ese empeño en privar a la Iglesia de la hermosa corona del celibato sacerdotal? Pues por una razón muy sencilla: porque ya dijo Jesucristo a Pilatos, que Su reino no eras de éste mundo. Cuando se quieren aplicar categorías humanas a realidades sobrenaturales, no es raro que no se de en la diana. Pero, en esta postura no solo está en juego lo que atañe al sacerdocio, sino que desde la revolución de las barricadas de 1968, se trata por todos los medios, de que la Iglesia baje el listón de exigencia en materia de sexo. Que se acomode al mundo.. Pero tanto el matrimonio, como el celibato, no resuelven nada. En ambos estados hay que luchar para vivir la castidad. Si algunos sacerdotes quieren casarse, quizá es porque confiesan poco, y de eso tenemos la culpa los laicos que no acudimos al sacramento, Si confesaran, idealizarían menos.