01 junio, 2010

De buena mañana

De buena mañana, antes de las nueve, hemos quedado a desayunar en “Sal y Pimienta”, Maru y yo. La verdad es que lo pasamos bien juntas. Pero esa conversación comprensiva, relajada e interesante cuando las dos ya hemos recibido “mucha leña”, es fruto de toda una vida. No siempre fueron las cosas así. Y es que la amistad, como el buen vino, madura con el tiempo y al hacerlo, ésta proporciona un placer gratuito y legítimo. Antes, hubo comparaciones, discusiones, “piques”, ironías… ¿Por qué seguimos viéndonos durante todo ese tiempo? Quizá las dos somos peleonas y cada una sabía que la otra, era de buena madera. Y las dos, cada una a su manera, contábamos con Dios en nuestras vidas. ¡Faltaría más¡ Creo que la base de la fidelidad, tanto en el matrimonio como en la amistad, está en contar con Dios. Fidelidad viene de Fe (fides).

Cuando esto escribo me vienen a la cabeza – por algo será – una frase de la Escritura: “Hazte amigo de tu adversario cuando vas con él por el camino…”. Es bueno, muy bueno, hacerse amigos por el camino de la vida: adversarios, o no. Y lo de “arrieros somos y en el camino estamos” y su trastienda reivindicativa, sustituirlo por la amistad y camaradería que se viven en “El camino”, el que o va hacia Santiago. Después de todo, peregrinos somos todos, lo sepamos o no