Ayer, un bonito día del Corpús
Esta tarde me voy a “La Lloma” de convivencias hasta el día 13.. La verdad es que me viene fatal, pero me comprometí sin pensarlo, a lo Quijote, y claro como me han reservado esa plaza, pues para allá que me voy. En fin, seguro que para bien será. Ayer fue un bonito día del Corpus. El asunto de las convivencias, me alborotó la mañana. Arrancar cuesta siempre, estamos agarrados a nuestra rutina (acabo de darme cuenta que a “rutina” y “ruina” solo les separa una “t”), pero tuve, sin embargo la compensación – que esperaba – de verme publicado en “Las Provincias”: “El celibato sacerdotal”. Y más tarde empezó a salir el sol: mi hijo Quino me invitó a comer en “Pepe Pica”, tomamos café en otro sitio elegantón, y un segundo café en terraza donde echamos media tarde media tarde cada uno con su libro ( ambos disfrutamos la buena lectura). El mío era “Los Milagros” de C.S. Lewis. Magnífico libro, aunque exige atención. Copio ¿algo de él, una muestra:
“La inmensidad del universo no es un descubrimiento reciente. Hace más de diecisiete siglos que Ptolomeo enseñó que en relación con la distancia dee las estrellas fijas, la tierra entera debía ser considerada como un punto carente de magnitud. Su sistema astronómico fue universalmente aceptado por la oscura Edad Media ( seguro que lo de oscura va con retintín). La insignificancia de la tierra era un lugar común para Boecio, el rey Alfredo, Dante y Chaucer, como lo es ahora para Mr. H.G. Wells o el profesor Haldare. La afirmación contraria en libros modernos solo se debe a la ignorancia.”.
Lewis fue Profesor en Oxford de Historia Medieval. Por cierto ¿Quién conoce hoy al Profesor Haldare?.
Pero sigamos con el día de ayer. Cuando dejé a Quino me encaminé al convento de “La Puridad” que donde, como ya he dicho, está el Santísimo expuesto casi todo el día y allí estuve un ratito. Luego me senté en una terraza frente a la puerta gótica de la catedral por donde saldría la procesión del Corpus. Allí acudieron Fe, su marido y los niños. A Juan le habían regalado una peonza por su “graduación”. Juan tiene seis años. En ella le pusieron una beca y se cantó el “Gaudeamus ígitur”. Vivir para ver.
Al llegar a casa mi amiga Mary Luz acudió con una “Pizza” y cenamos. Como se fue poco después, aún me dio tiempo a ver una película de Louis Malle: “Ascensor al cadalso”. Cine negro. Cine moral, sin moralina ya que se cumple lo de “¡El criminal nunca gana¡”.
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