03 mayo, 2010

Los niños no deben intervenir en Televisión.

Sin haber visto “ Bertiniños”, sabía que no solo no me gustaría, sino que era muy probable que me indignara. Así fue. Pagué caro el querer ver a Esperanza Aguirre. Es de sentido común que a los niños no se les puede utilizar. No se puede hacer de ellos un espectáculo para mayores, así define el programa su presentador Bertín Osborne. Aunque los niños nos hagan disfrutar con sus contestaciones, sus caritas inocentes, su desparpajo, ello requiere la privacidad de un ambiente cálido: la familia, la escuela..Los niños, sobre todo si son muy pequeños, deben estar solo entre quienes los conozcan y los quieran. Protejamos la infancia de los niños: es corta y preciosa. No se puede entrar en ella como un elefante en una cacharrería. No cometamos la tremenda injusticia de acortar etapas. La televisión ya tendrán tiempo de sufrirla de mayores. Sacarlos en ella es manipulación y, atropello a su inocencia. Una presión desmedida sobre su frágil sistema nervioso. Esto se puso de manifiesto en el programa a que me refiero: Martita, una preciosa niña rubia de cinco años, acudía por primera vez al programa. Bertín Osborne a fuerza de proximidad – inadecuada - y dedicación: la cámara no los perdía de vista, la agobió de tal forma que la niña, pese a sus muchos esfuerzos, acabó llorando. La gente aplaudió. ¿Para qué? ¿Se compensa con un aplauso el llanto de un niño indefenso? ¿Entiende éste el sentido del aplauso? Esperanza Aguirre, política, sonreía. Yo hubiera saltado al cuello a Bertín Osborne.


("carta enviada a las Provincias")