26 abril, 2010

La Virgen de Montserrat

Hace nada caí en la cuenta de que mi hijo Juan nació al día siguiente de la fiesta de la Virgen de Montserrat. Fué un feliz descubrimiento. Como si la Virgen estuviera ya ahí, esperando que él llegara al mundo. Ha sido a raíz de su participación en las Jornadas “ Neurociencia y espíritu. ¿Abiertos a la vida eterna?” que tuvieron lugar los días 16 y 17 de abril en la Abadía de Montserrat, como ya dije.

Vino contento de la experiencia: en su ponencia había alrededor de cien personas y la gente la siguió con interés a pesar de impartirse a las 15,15 , comió con los otros ponentes en el refectorio conventual, habló largamente con un monje de unos treinta años y le cayó especialmente bien otro monje: Pius- Ramón Tragán de ochenta y dos, Director del Scriptorium Biblicum el Orientale del Monasterio de Montserrat. Éste había pasado muchos años en Jerusalén y es un especialista en el Evangelio de San Juan. Y como resulta que Juan - Juan María se le puso en el bautismo – es de Juan Evangelista y no de Juan Bautista, como acostumbran a ser casi todos los Juanes, se puede decir que me salió la jugada.

Siempre he conectado bién con esas palabras de San Lucas referidas a la Virgen a raíz de la adoración de los Pastores en Belén: “ María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”. Se disfruta rumiando las cosas de nuestra vida o de la vida de nuestros hijos. Es bueno leer despacio ese libro, porque el azar no existe.

Para redondear el cuadro diré que cuando Juan nació era morenito, como un gitanillo, como “la Morenita”, “la Rosa de Abril” en vista de lo cual mañana me pasaré el día encomendando mucho a Juan, a la Virgen de Monserrat.