La revista
El otro día compré la revista “Hola”, creo que no la había comprado nunca excepto cuando estuvo dedicada al viaje del Papa a España en el 82 - Juan Pablo II, Papa de muchedumbres, era además un hombre atractivo al que sentaban muy bien las vestiduras pontificias -. Ese reportaje gráfico aún lo conservo.
No he comprado nunca “Hola” y pienso seguir sin hacerlo, por cuestiones obvias. El morbo está ahí y es un desafío que es sensato vencer, Además el tiempo es oro y si según parece en el juicio de Dios se nos pedirá cuenta de toda palabra ociosa” digo yo que más se nos pedirá cuenta de toda lectura ociosa que nos da cuenta de vidas ajenas “que han triunfado”la mayoría de
Ellas no edificantes precisamente,
El caso es que el otro día pagué por ella los dos euros que vale. ¿Motivo? La había encontrado recientemente – y me sorprendió mucho - en el cuarto de estar de una casa, en la que las personas que la habitan son gente es piadosa y culta. Archivé el dato y me dije que si la veía en casa Marta, la descolocaría”, y me divertía hacerlo - Marta, lee a veces revistas viejas que le dejan -. Lo conseguí. Al verla sobre la mesa de cristal, no daba crédito a lo que veía. No solo no la abrió, sino que al invitarle a que se la llevara, no lo hizo.
Luego, al verla cuando vino a comer mi hijo mayor dijo con un cierto desagrado: “Qué hace ésto en esta casa?” Se lo dije, y para justificar un poco su presencia dije: “ No creas hay fotos bonitas como la reina Margarita de Dinamarca cogiendo rosas en su jardín y la reina Sofía abrazando mujeres pobres en Kenia. Quise enseñçarselas y no consintió.
Mi “Hola” ha acabado sus días en una residencia de la tercera edad a la que fui a ver a una santa mujer – se alegró al verlo - que me recomendó la necesidad de apoyar mucho al Papa con nuestra oración.
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