crónica
El tiempo vuela, la vida no para y hoy, como siempre, se juntan muchas cosas:que tendré que dejarme en el tintero y eso que hay dos nombres importantes para los cuales el 23 de abril es día clave: Cervantes y San Josemaría.También es día clave para mi hija Fe, que nació el 23 de abril de 1973.
Ya han pasado las dos noches, – sentada en un sillón - y los dos días que Fe pasó en el hospital, con su hijo Nachito – año y nueve meses - que no paraba de llorar y decir: “no, no , no”. No hubo manera de sustituirla cinco minutos para que se tomara un café. La unión entre madre e hijo era irrompible. Debería saber esto, la ministra de igualdad: un padre y una madre no son iguales, aunque se decida así por decreto ley. Por la mañana al verse el niño en el hospital comenzó a decirle o a su madre una y otra vez: “¡trabajar , no¡” , “¡trabajar no¡”. Ve y explícale a un niño de esa edad que no te vas a ir a trabajar, que no lo vas a dejar solo un momento. Me dio mucho que pensar todo esto. Saqué la conclusión de que hay que apoyarse más en la Virgen, madre nuestra, porque también nosotros lloramos y tenemos miedo.
He llamado a Concha por teléfono y me ha contado un montón de cosas -bendita tarifa plana- para que las cuente por ahí. Así que allá voy.
Concha le ha escrito un e-mail al Papa para darle apoyo y cariño. No se lo han devuelto. En ese mismo sentido, su amiga Tita le ha escrito una carta: “Joseph Ratzinger” Ciudad del Vaticano, Italia”. Le han contestado.
Concha, me contó también que su tío Pepito, el del bigote, del que le he oído hablar muchas veces, tiene 92 años y casi desde su primera comunión el hombre no se ha confesado. Él se entiende muy bien con Dios, dice. Hace poco Concha fue a verlo con su hijo y un sacerdote joven. Le avisó:
- Voy a ir a verte. Llevaré un sacerdote
- ¿Para qué el sacerdote?
- Para saludarte
Al poco de llegar, el sacerdote dijo: “Iros” Concha y su hijo abandonaron el cuarto. No había pasado mucho tiempo cuando salió a decir: “Ya podéis venir, se ha confesado muy bién. Voy a darle la comunión y la unción de enfermos. Comulgó también el hijo de Concha para que el tío Pepito estuviera más relajado. El tío Pepito el del bigote continúa entre nosotros tan campante
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Contestó: “¿para qué el sacerdote”
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