12 abril, 2010

Vale la pena contarlo

Cuando la guerra civil española Álvaro del Portillo, Vicente Rodríguez Casado y Eduardo Alastrué que estaban en Madrid refugiados en la Legación de Honduras, querían pasarse al frente nacional para lo que se alistaron en la milicia. Isidoro Zorzano ( que era quien hacía cabeza en Madrid entre los miembros del Opus Dei) tuvo la iluminación extraordinaria de que conseguirían pasarse el 12 de octubre y les dio luz verde para intentarlo.
Vicente, Eduardo y Álvaro se alistaron en la milicia, en días diferentes y con nombres cambiados. Recordaba muchos años después Álvaro del Portillo:

“ – Lo lógico hubiera sido que cada uno fuésemos a parar a un sitio diverso; pues nos mandaron al mismo regimiento, al mismo batallón,a la misma compañía y al mismo pelotón ¡es increíble¡ Éramos dos cabos y un soldado raso. A mi me preguntaron: ¿sabes leer? Respondí: un poco. Y anotaron semianalfabeto y me hicieron cabo; yo no tenía ni idea de nada porque no había hecho aún el servicio militar. El mismo día en que llegamos al frente nos pasamos al otro bando”.

Álvaro utilizó sucesivamente los nombres de “Pepe Portillo”, “Álvaro Rostillo”, “Juan Álvaro Cortillo”. Acabó destinado con Vicente y Eduardo, en una compañía de la 21 Brigada que salió de Madrid hacia el frente el 24 de agosto. Hasta el 12 de octubre se multiplicaron las peripecias, de las que Álvaro dejó constancia en una relación manuscrita ue tituló: “De Madrid a Burgos pasando por Guadalajara”. Allí escribió un recuerdo vivo de la salida de Madrid de su actitud en aquellas circunstancias: “ A lo largo del camino la gente hace mil cábalas sobre cual será el punto de destino. ¿Levante? ¿Extremadura, Guadalajara? Nosotros apenas intervenimos en la conversación. Nos tiene perfectamente sin cuidado, pues sabemos que dondequiera que nos lleven, ese será el mejor punto que haya a lo largo de todo el frente para que nos pasemos.”

(….) A la mañana siguiente ascendieron otra cresta. Desde las alturas divisaron la torre de la iglesia: muy pronto oyeron el repique de las campanas con el primer toque para la Misa de nueve en la fiesta del Pilar: estaban en zona nacional y el pueblo se llamaba Cantalojas.

(“Recuerdos de Álvaro del Portillo, Prelado del Opus Dei”, Salvador Bernal )