Sobre el pecado y la ignorancia
¡Noche de Jueves Santo¡ Ya que nuestros pecados son la causa de la Pasión, creo oportuno transcribir unas lúcidas palabras sobre ellos:
“Siempre es así. Sabe el hombre que peca, que ofende, que destroza en sí mismo una pureza, una lealtad, una bondad, una grandeza. Pero no mide la envergadura de esa afrenta. No calibra el alcance infinito de su daño. No intuye siquiera como le “afecta” a Dios esa herida, esa autolesión que él mismo se inflinge.
“La ignorancia más patética del hombre es desconocer lo que él vale ante Dios. Haga el bien o haga el mal, Dios lo quiere por sí mismo. Para Dios el más tirado de los hombres tiene un valor improfanable. Pero demasiadas veces el hombre no lo sabe. Su ignorancia más estrafalaria es considerar a Dios como una solución útil o como un problema inútil, como un adorno beato o como un estorbo incómodo. Y desde cierta petulancia racional, jugar a experimentos: objetivar a Dios, cosificarlo, tomarle las medidas (…)Tacharlo del registro de valores. O decretar su muerte.
“Comienza el hombre devaluando a Dios, y acaba reducido él a un dígito estadístico, a un chip de un engranaje productivo, a un impuesto sobre las personas físicas, a un voto, a un transeúnte anónimo en hora punta, a un cibernauta solitario en la galaxia de internet.
“Empequeñecer a Dios es, indefectiblemente, enanizar al hombre. Comienza el hombre escribiendo la palabra “dios” con minúscula, y acaba andando él a cuatro patas.
“ Comienza el hombre cuestionando la ley de Dios en su conciencia, y acaba sin Dios, sin ley y sin conciencia.
“Al doblar la esquina donde se ignora a Dios, se encuentra uno en el suburbio ciego donde se ignora al hombre”
( Pilar Urbano: “La Madre del Ajusticiado”)
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