Media horita y poco más
Media horita y poco más es lo que tengo para escribir antes de que venga a desayunar mi hija Marta. La aprovecharemos.
Leo y disfruto – no es un latiguillo – “Recuerdo de Álvaro del Portillo, Prelado del Opus Dei”de Salvador Bernal. Es ameno y sencillo este hombre contando las cosas. Ya disfruté hace tiempo, y fue el principio de mi cariño a San Josemaría: “Apuntes para una biografía de Monseñor Escrivá de Balaguer”. Bueno, a lo que íbamos, de D. Álvaro del Portillo, cuyo proceso de beatificación está en marcha y al que queremos infinidad de gente y yo le debo el éxito en el trasplante de los pulmones de un yerno y ahora tiene que reflotar el trabajo de otro…a D. Álvaro en el cielo no le falta trabajo, contaré algo:
“ Un hecho de entidad en su juventud sucedió en La Isla (Asturias). Había quedado un día en salir en excursión con unos amigos en una motora. Pensaban hacer la travesía hasta Ribadesella. A última hora – Don Álvaro no recordaba por qué – decidió no ir. Y se desencadenó de improviso la galerna del Cantábrico. Antes de conseguir volver a puerto, naufragó la endeble barca y se ahogaron todos, excepto uno, el más joven, que logró llegar a la orilla, a pesar de la fuerza de las olas. Mientras haba con el mar prometió que si se salvaba entregaría su vida al Señor: poco después ingresaba en el Seminario de Valdedios”.
Otra tragedia había ocurrido años antes en Madrid que pudo tener mucho que ver con Don Álvaro:
“Un domingo al final de las vacaciones de verano, ya todos en Madrid, su hermano mayor deseaba llevarle al teatro Novedades, donde estaba en cartel una zarzuela del maestro Alonso. Al final no fueron – Don Álvaro tampoco recordaba el motivo – y coincidió con el día del terrible incendio que destruyó por completo esa conocida sala de Madrid, con 900 localidades, inaugurada en 1857 por Isabel II. Sucedió el 23 de septiembre de 1928. Y se representaba “La mejor del Puerto”. El teatro estaba completamente lleno. El incendio se propagó con tal rapidez que hizo casi imposible el salvamento. (…) El fuego resultó dramáticamente espectacular : las llamas - según las crónicas de aquellos días – se veían
desde pueblos como Vallecas, Getafe o Pinto. Hubo sesenta y cuatro muertos y centenares de heridos y contusionados.”
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