19 marzo, 2010

San José

Antes de que acabe el día de San José, final de “Las Fallas”, en las que gracias a Dios hemos sobrevivido, entre pólvora, bandas de música, castillos y autobuses desviados de ruta, quería escribir sobre San José. Ayer nos dijo el párroco que San José del que no figura una sola palabra suya en el Evangelio, es un hombre de silencio, no de palabras sino de hechos y destacó en el tres aspectos: la Fe, la Obediencia y el Trabajo. Tras desarrollarlos acabó diciendo que le pidamos, en estos tiempos de crisis, trabajo para todos.

Hoy, he tenido la suerte de encontrar parte de homilías que el Papa Juan Pablo II, pronunció justo en la festividad de San José, y aunque todo es estupendo, tendré que elegir:

“San José que con toda su vida parecía gritar a Dios “Tu eres mi Padre” obtuvo esta gracia particularísima: el Hijo de Dios en la tierra, a él, lo llamó padre. José invoca a Dios con todo el ardor de su espíritu de creyente:”Padre mío” y Jesús, que trabajaba a su lado con las herramientas de carpintero, se dirigía a él, llamándole “padre”.
“Misterio profundo: Cristo que en cuanto a Dios tenía la experiencia de la Paternidad divina en el seno de la Santísima Trinidad, vivió esta experiencia en cuanto a hombre, a través de la persona de José, su padre nutricio. Y José a su vez en su casa de Nazaret ofreció al Niño que crecía a su lado el apoyo de su equilibrio viril, de su clarividencia, de su valentía, de las dotes propias de todo buen padre, sacándolas de esa fuente suprema: “de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y el la tierra” (Ef.3,15)"
(Homilía Térmoli- Italia 19, 3, 1983)

Al leer estas últimas líneas, he recordado que Juan Pablo II, perdió a su madre a los 9 años y lo mucho que significó para él su padre. Éste y su único hermano eran toda su familia. A ambos los perdería muy pronto.