18 marzo, 2010

Ahora que Delibes no está

Ahora que hemos enterrado a Delibes, cobran pues si cabe, más fuerza las palabras de un hombre que conociendo el éxito, no perdió la sensatez. Me refiero a las escritas por él, precisamente un 18 de marzo, el de 1970, en su diario, publicado por “Destino”, como “Un año de mi vida”. Quizá nos ayuden hoy, en que nuestra guerra civil es zarandeada por unos y otros, desde que unos se encargaron de desenterrar muertos. Las escribe cuando acaba de leer un ejemplar de la biografía que Umbral escribió sobre él. Delibes, que reconoce la brillantez y originalidad de Umbral, no está de acuerdo en el enfoque que éste da a su evolución ideológica y dice así: “Tampoco creo en otro orden de cosas, que la mayor parte de los jóvenes que pelearon en el bando nacional pensaran entonces en sus privilegios de casta. Éstos, como los muchachos de enfrente se alistaban con la mirada ilusionada, soñando con una España distinta. Probablemente la política y el dinero tuvieron buena culpa de que no se encontrara entre ellos un punto de concordia. Tampoco creo que Umbral valore debidamente la vertiente religiosa, motivo que en aquel trance impulsó a la mayor parte de los católicos a aliarse con los poderosos (¡ah, si en ese tiempo hubiera reinado ya JuanXXIII¡),pero en ellos pesaba más la evidencia ( la quema de un convento de monjitas indefensas ) que las motivaciones (las graves responsabilidades contraídas por la Iglesia frente al pueblo, cosa que se ve después). Nadie, pues, que actuara entonces con buena conciencia, tiene porque avergonzarse de haber sabido vencedor ni vencido. De lo que si debemos condolernos es de no haber sabido evitar el drama y de haber prolongado sus consecuencias tanto tiempo”. Buen discurso éste, ¿no?

(carta enviada a "Las Provincias)