21 marzo, 2010

El domingo que viene…¡Domingo de Ramos¡

Nos vamos acercando ya, a pasos de gigante a la Semana Santa. Tiempo de coger buenos libros que nos ayuden a meternos en ella: en “Vía Crucis” de Ratzinger, el de San José María Escrivá, “Mirarán a quien traspasaron” de Pedro Beteta, libro que ayuda a vivir la Pasión del Señor, considerando, como han hecho muchos santos, sus cinco Llagas…, “La Madre del Ajusticiado” de Pilar Urbano.

A modo de introducirnos en el clima adecuado. copio del primer capítulo: “En el principio” del libro de Pilar Urbano.

“En el principio el hombre fue creado para vivir y no para morir.
Para trabajar desde el señorío sin fatiga y sin sudor.
Para dominar la naturaleza, no para padecer sus embates y sus furias.
Para gozar del universo en armonía, no en conflicto.
Todo en el paraíso era bello. Todo era bueno. Todo pujante. Todo resplandeciente. Todo vital. El paraíso era una fiesta.

“En el principio, el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Obra entrañable de Dios. Íntimo amigo de Dios. Y todo lo frustró el hombre. Un solo hombre.

“Adán con su pecado trajo al mundo la soberbia y la mentira, la concupiscencia y la rebeldía. Trajo el dolor, la caducidad y la muerte.
Con él conoció el mundo la ambición, la hostilidad y la guerra.
Con el la vergüenza, el miedo, el disimulo y la mala conciencia.
El hombre inició su fuga de Dios.
Sin embargo al evocar la fechoría de Adán, el pecado que sella nuestra naturaleza con el desasosiego y la tensión, y nos tara con la debilidad y la tristeza, la Iglesia -¡que paradoja¡ -nos sorprende cantando: “¡Oh, feliz culpa¡”

“¿Por qué feliz?
Porque Dios es mucho Dios: infinitamente más potente para favorecer al hombre que el propio hombre para perjudicarse a sí mismo. Y el destrozo de Adán le arrancaría a Dios una restauración insospechada. Inmerecida. Sobreabundante.
Andando el tiempo lo que el hombre Adán dilapidó, otro hombre, Jesús, lo recuperó. Y
Quienes habíamos dejado de ser amigos dee Dios empezamos a ser hijos de Dios.
Y todo fue a partir de la cruz.”

Lo dejamos aquí, como pórtico a lo que, los cristianos, viviremos estos días