San Martín
“San Martín que era francés / dio media capa al Señor / se la hubiera dado entera / si hubiera sido español”. Muchas veces me viene a la mente el versito al pasar por la hermosa estatua de San Martín, recién restaurada, sobre la puerta principal de la Iglesia de su nombre, cuya fachada tan blanquita está preciosa. A la Iglesia de San Martín le tengo querencia porque de novios íbamos – como algunos otros - a diario a misa de 8,30, después de pasar la tardes de vacaciones - éramos universitarios - en un banquito del Parterre, para no hacer gasto, en verano y en la cafetería Monterrey en invierno. Monterrey estaba, al lado de Sederías Barcelona, en lo que hoy es una tienda: “Santa María Novella”. Me alegré al pasar y al verlo: donde estuvo Monterrey, está ahora el nombre de la Virgen. De la verdadera Santa María Novella, ha traído hace poco mi hijo mayor un libro precioso.
He leído “El apóstol de las Galias” ( la vida de San Martín) de Wilhem Hünermann. Y me propongo dar algunos datos sobre el santo:
Nació en el año 317, hijo único de un honrado tribuno y educado en la religión romana. Cuando Martín ( nombre que se le puso en honor a Marte, dios de la guerra) se inclinó hacia el cristianismo, por un compañero de estudios que lo llevó al Obispo Anastasio, tenía doce años. Encontró fuerte oposición de su padre, por lo que tuvo que esperar a su mayoría de edad para recibir el bautismo. Entró en la Escuela de Cadetes de Milán y llegó a ser centurión. En Milán conoció al Obispo Atanasio, que le habló de los monjes del desierto. “ De ellos había dicho San Pablo: “Deambulan con pieles de cabra y cordero, vagan por los desiertos, los montes o las cuevas porque para ellos el mundo no tiene valor.”Aunque vivió un tiempo como abad en Marmoutier, fue nombrado contra su voluntad, por aclamación popular Obispo de Tours. Hizo milagros en vida: devolvió la vista a dos ciegos. Murió el domingo 8 de noviembre del año 367.
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