27 enero, 2010

Altares

Como las conversaciones traen recuerdos de otras conversaciones o de otros tiempos, esta mañana hablando con Charo, frente a sendos cafés con leche descafeinados, ésta ha recordado la riada de Valencia el 14 de octubre de 1957. Yo la recuerdo también: estaba enferma y no pude ir a quitar barro, como hacían mis compañeras. Me perdía una buena ocasión, ya que haciéndolo estaban los estudiantes de Medicina y las chicas entonces pocas ocasiones teníamos de confraternizar con ellos. Charo, que era alumna interna, recordaba lo ricas y hermosa que eran las : albas, casullas dálmaticas, manteles…y todo lo de valor que había en la capilla, que por estar en la planta baja, estaba indundada y fueron las monjas y las internas quienes las subieron al piso alto. No se si ellas cogerían o no la custodia, los cálices.., pués éramos muy conscientes entonces que solo el sacerdote era digno de ello. Charo recuerda también que ese día las monjas solo podían darles pan y chocolate.

De ahí he recordado, que de muy pequeñas mi hermana y yo jugábamos (como Teresa de Lisieux) a hacer altares. Era bonito aquello. Me da pena pensar que los niños ahora no juegan a eso. ¿Para que van pues a aprender a hacer flores de papel?. Los adornábamos con flores recogidas en las enredaderas de las tapias de los chalets o con otras ( que me enseñó a hacer mi madre) de papel de seda de colores. Ella hizo muchas en su mocedad para adornar el altar de la Inmaculada, para la novena, en la Colegiata de Santa María la Mayor de Alcañiz. Además de jugar a hacer altares, yo era el predicador y convertía a la mar de gente. Decía entonces a mi hermana: “si fuera chico, sería sacerdote”. Bastantes años después, Charo, ya en “Cou”, decía su amiga Mº Paz Cimas ( un nombre conjuntado): “Quiero estudiar Medicina e ir a África a curar niños”. No fue África a curar niños, pero desde su Farmacia, trabajando más de ocho horas diarias apañó las vidas de mucha gente, no solo por los medicamentos sino porque le contaba sus penas de paso que iba a hacer gasto.

Y como colofón de estas cosas me he cantado a mi misma una jotica, que también habla de altares: “La Virgen del Pilar es / la que más altares tiene / porque no hay aragonés/ que en su pecho no la lleve”