Cine, más cine
Preciosa película de vaqueros en blanco y negro: “El tren de las 3 y diez” de Delmer Daves (1957) ¡ Que bien se queda una cuando el Director de una buena historia sabe contarla¡
He tomado café con Maribel. Le he contado ( ella no tiene internet) lo que he escrito esta mañana. Al decirle lo de los viajes y los cruceros y la gente que pasa hambre, me ha dicho con muy buen sentido: “Pero Rosa, ¿tu te das cuenta que gracias a esos viajes y a esos cruceros, mucha gente tiene un puesto de trsabajo? “Tienes, razón” – le he contestado – “para eso sirve hablar unos con otros, para no ver la realidad, con un solo ojo”.
Maribel ha estado desde acabar la carrera, en la enseñanza. Ahora es una abuela jubilada, con marido, dos hijos y seis nietos. “Fíjate me decía – salvo un día en semana que viene una mujer, todo lo hago yo, y me parece que no hago nada, acostumbrada a explicar, tengas o no tengas ganas y a enfrentarme con cuarenta bestias con cuarenta bestias todos los días.” Me he hecho cargo, y ha subido el concepto en que la tengo.
Vuelvo al cine. Estoy algo viciada, pero comparto. Además, ¿Qué podría hacer en mis veladas solitarias sino ver cine o leer? He visto “Los Ángeles del pecado”, una interesante película (1943) de Robert Bresson. Basada en una obra de Giradoux ( autor de moda cuando yo era moza,). Me llevé la alegría de que en los carteles del comienzo sale en letras grandes: R.L. Bruckberger (dominíco). Mi admirado Brucberger… Recuerdo que en su “Historia de Jesucristo”, dice que la Resurrección de Cristo, ( única noticia imprescindible) que en la Edad media se contaba en piedra, vidrieras y pintura, ahora habría que contarla en cine y todos los medios de difusión a nuestro alcance. El ver que él había empleado el cine (la película sae desarrolla en un convento de monjas dominicas, que redimen mujeres condenadas as prisión) fue un atractivo añadido.
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