Las cartas al director y otras cosas
La carta que mandé a “Las Provincias” sobre el puente de la Inmaculada, no la publicaron y sin embargo era bonita. Pero, no importae: las cartas al director, cuando no son triviales, son eficaces siempre: cuando menos, las lee el jefe de redacción. Es claro que hoy son muchos problemas que nos acucian, pero lo que no está tan claro para muchos, y es una lástima, es que tendríamos menos problemas si rezáramos más.Y desde luego los que quedaran los abordaríamos con mejor temple. Lo que, por otra parte sería una ventaja para resolverlos.
Ayer sin ir más lejos, hablaba con una bogada, un poco mayor que mis hijas, que está metida en derecho de familia. Es decir divorcio y sus penosas consecuencias. Me gustó oírle decir: un matrimonio no debe llegar a los tribunales, siendo que ella vive de eso aunque está deseando ser abogada laboralista, por la pena que le da ver a tanto niño pagando con su dolor la inmadurez o el egoísmo de los adultos.
Y traigo esto a colación por lo dicho en el primer párrafo. Me contó que ella fue la abogada de una mujer madre de una niña, cuyo padre llevaba tres años sin verla, aunque el convenio redactado en la separación, le daba muchas posibilidades para ello. La niña se había criado prácticamente con la abuela materna. Al padre, a los seis años de la niña se le había metido en la cabeza llevársela a su casa, con el petate, no se por cuanto tiempo. La niña, lógicamente no quería ir. La abogada de la madre, pedía que los domingos la niña pasara solo un rato con el padre hasta que cogiera confianza. Antes de entrar a sala, pues no fue posible el acuerdo, la abuela de la niña le dijo a la abogada: “No te preocupes porque ganaremos el pleito. No sabes lo que llevo rezado. Ahora mismo he puesto dos velas”. Lo ganron.
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