23 octubre, 2009

Migajas (I)

“La mujer justa” de Sándor Marai es una buena novela. Engancha. Prolija, como escrita por un varón. Los hombres siempre escriben más que las mujeres, por desamparo y porque tienen más tiempo. ¿Cabe en alguna cabeza que una mujer escribiera los siete tomos de “En busca del tiempo perdido?

Pero todo tiene su edad, Son 413 páginas de las que he leido más de las tres cuartes partes. Total, me remuerde un poco la conciencia. ¿Tiempo perdido?, espero que no. Para redimirlo algo apuntaré aquí alguna cosa de las leidas, que creo útil:

“ No creo que la familia dé la felicidad; nada puede hacernos felices. Pero tener una familia constituye una responsabilidad tan grande frente a nosotros mismos y frente al mundo que por ella merece la pena soportar todos los problemas incomprensibles y los sufrimientos inútiles de la vida.
No creo en “las familias felices”. Pero he visto ciertas situaciones de armonía, de concordia entre los seres humanos, en las que cada uno vivía un poco a pesar de los demás, por sí mismo, y sin embargo en conjunto, la familia vivía un poco para todos, incluso cuando varios miembros luchaban entre sí con una voracidad canina. Familia…qé gran palabra. Sí, quizá la familia sea uno de los objetivos de la vida.”.